lunes, 14 de diciembre de 2009

Internet es un elemento más en el envejecimiento activo.


Es muy común que las personas mayores cuando llegan a la edad de jubilación se desvinculen de sus actividades cotidianas, paso que da lugar a que el proceso de envejecimiento se produzca. Esta desvinculación también se produce no solo con las actividades que antes realizaban sino también con las relaciones personales que mantenían en el pasado. Esto es lo que se explica mediante la teoría de la Desvinculación, entre sus componentes destacan: Elaine Cumming, William E. Henry, Robert J. Havighurst y Bernice L. Neugarten. La formulación de la teoría como tal (Disengagement Theory) correspondió a los dos primeros (Cumming y Henry, 1961). Estos autores basan su investigación en la necesidad de averiguar de forma continuada la vida de las personas mayores en su día a día. Volviendo de nuevo a la pérdida de relaciones personales estos autores afirman que al paso al envejecimiento es beneficioso para la sociedad que puede incorporar en los puestos de trabajo a las nuevas generaciones. Y además es beneficioso para ellos mismos siempre y cuando sean conscientes de su situación y la acepten, porque en su ciclo vital es importante la desconexión con el mundo que les rodea para poder disfrutar de su aislamiento con total tranquilidad.
Esta teoría explicaría los comportamientos de cierta parte de la población pero en el caso de mi población objeto de estudio, se podría decir lo que en su día dijo Havighurst (1967) que destacó la necesidad de contemplar aspectos cualitativos. Este autor considera que lo que se produce no es tanto una disminución cuantitativa en las actividades sociales, sino más bien una reestructuración cualitativa que denomina proceso de "desvinculación-vinculación selectiva", y que lleva a continuar, e incluso potenciar, determinados tipos de actividades. Lo que me lleva a poder decir que la población de personas mayores aunque se desvincule de sus actividades laborales puede canalizar sus intereses en el nuevo aprendizaje de las tecnologías, en este caso internet.
De ahí que pasemos de la teoría de la desvinculación a la teoría de la actividad, Neugarten, Havighurst y Tobin (1961), más propia de las personas que estamos analizando. Es decir, nuestra población objeto de estudio sería aquella que está más satisfecha cuanto más actividades realiza, en contraposición con la teoría anterior que ve a las personas mayores más desvinculadas con las actividades por su edad (Cumming y Henry, 1961). También adquiere un papel importante el concepto de rol, que en las personas mayores está en continuo cambio, debido a su necesidad de adaptación a la sociedad con otros papeles, para seguir siendo activos. Esto puede explicarse por varias razones, ya que las personas mayores necesitan cambiar sus roles porque eso les beneficia a la hora de paliar la soledad a la que se enfrentan, además de ser una necesidad individual para poder seguir con su vida cotidiana, puesto que deja de ser identificado por la profesión que desempañaba a ser un jubilado más.
Son muchas las investigaciones que se han hecho para tratar de comprender la relación que se produce entre las personas mayores y los beneficios que les causan el desarrollo de actividades. Como es el caso de las siguientes, llevadas a cabo durante los años ochenta y noventa. Según Miguel Ángel García Martín , un ejemplo de ello es el estudio realizado por Hoyt, Kaiser, Peters y Babchuk (1980), en el que abordan la teoría de la actividad tomando la variable satisfacción vital como un constructo multidimensional. Adoptando una perspectiva más interna, Holahan (1984-85, 1988) analiza la relación entre patrones de actividad y bienestar psicológico considerando variables motivacionales. McClelland (1982), desde el interaccionismo simbólico, analiza los efectos mediadores del constructo autoconcepto en la relación entre el patrón de actividad desarrollado durante el envejecimiento y la satisfacción vital. Reitzes, Mutran y Verill (1995) incorporan a su análisis una variable en estrecha relación con la anterior, como es la autoestima. A comienzos de la década de los noventa, Sagy, Antonovsky y Adler (1990) presentan su Modelo de Coherencia, que introducen a partir de la teoría de la actividad, y en el que ocupa un lugar destacado la percepción de control como mecanismo mediador. Recientemente, Herzog, Franks, Markus y Holmberg (1998) han diferenciado entre actividades productivas y de ocio, profundizando más en esta relación sobre la percepción de control sobre el medio. Así mismo, a lo largo de esta década, han sido numerosos los estudios que han analizado los efectos de la actividad en diferentes contextos residenciales (Madigan, Mise y Maynard, 1996; Martin y Smith, 1993; Williams, Haber, Weaver y Freeman, 1998).
Posteriormente surge la teoría de la Continuidad de Atchley (1989, 1971), que explica que las personas en su etapa de envejecimiento se adaptan a su situación pero siguen manteniendo una continuidad en las actividades que hasta el momento iban realizando. Además este autor añade que las personas mayores que en su vida cotidiana anterior a la época del envejecimiento realizaban su vida de manera activa lo continuarán haciendo durante el envejecimiento. Porque es más fácil para las personas continuar con los patrones que llevan marcando su vida desde la edad adulta, lo que les llevará a elegir en función de la satisfacción que les reporte la actividad a realizar. Partiendo de la base de la satisfacción de las actividades en función del individuo, se puede añadir que esto se verá influido además por la capacidad interna de cada uno dependiendo de su autoestima y seguridad. De nuevo se pueden mencionar otra serie de estudios, pero esta vez para el caso de la teoría de la continuidad, que son los que se muestran a continuación. Según Miguel Ángel GArcíia Mrtíin, Ghusn, Hyde, Stevens, y Hyde (1996) remarcaban en su investigación llevada a cabo con ancianos en residencias, la importancia de tener en cuenta los valores y roles pasados de estas personas de cara a diseñar la intervención sobre este colectivo. Del mismo modo, Quick y Moen (1998), destacan la relevancia de las experiencias previas, así como las diferencias en éstas entre hombres y mujeres, en la satisfacción reportada durante la jubilación. Robbins, Lee y Wan (1994), afirman que el ajuste a los cambios que tienen lugar durante el envejecimiento depende en gran medida de la continuidad de las metas y objetivos presentes en la vida de todo individuo. Stevens (1993), señala que la continuidad que experimenta el anciano con relación a su vida en etapas más jóvenes, así como la adecuación a sus expectativas vitales, se hayan estrechamente relacionados con su satisfacción vital, a través de la influencia que tienen aquéllas en el sentimiento de utilidad que percibe el mayor.

Fuente: http://www.efdeportes.com/efd47/bien1.htm

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